lunes, 15 de marzo de 2010

"Seguridad" en los aeropuertos

Señora, ¿quiere abrir el bolso? –ella lo hizo, para recibir a cambio una sonrisa torcida. ¿Quiere sacar ese bote? –sacó un frasco de tónico facial, que estaba vacío en más de la mitad de su contenido. ¿Me lo da? –y se lo dio para que él leyera el volumen en voz alta. Ciento cincuenta mililitros –nueva sonrisa. Esto no puede llevarlo.

¿Por qué? La mitad de 150 mililitros son 75 mililitros, y es evidente que aquí hay incluso menos. El aire no está prohibido, supongo.

No puede llevar encima ningún envase de más de 100 mililitros. Normas de seguridad. Puede leerlo en ese cartel…

En ese instante, él resopló, y ni siquiera tuvo en cuenta que ella le había gustado desde el principio. Lo habría hecho por aquel señor mayor que estaba cruzando el arco sujetándose los pantalones con la mano, por esa señora de la misma edad que trastabillaba mientras se subía la cremallera de las botas, por el niño que lloraba mientras su madre intentaba negociar que la dejaran pasar con su minivideoconsola. Por cualquiera.

Lo siento pero estoy harta de ir a pasar el control del aeropuerto y que sólo me falte desnudarme. Al principio sólo las cosas metálicas: cinturón, reloj... luego los líquidos: en su bolsita transparente, botes de no más de 100ml... si llevas portátil que lo saques de la bolsa y lo pongas en otra bandeja... y las últimas veces: fuera las botas e incluso fuera la chaqueta si tiene cremallera.

Me siento cosificada. Además se suele unir la infinita amabilidad de los responsables. Ellos estarán hartos de que siempre se nos olvide quitarnos algo pero yo estoy harta de que me traten casi como un delicuente por llevar un bote de desodorante y un perfumador en el bolso o porque mis botas tengan unas hebillas metálicas. Me pone de mal humor pasar el control del aeropuerto, es una de las cosas que más odio de los viajes.

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