Un escritor que nos deja sin su presencia pero al que podremos recordar en todos y cada unos de sus libros: El camino, Los santos inocenes, La sobra del ciprés es alargada, El hereje, El cazador, Cinco horas con Mario...
¿Mi favorito? Los santos inocentes. Mi padre me lo prestó para unas vacaciones cuando tenía 16 años y me encantó. Años después me regaló el dvd con la película y aunque no son comparables, también se convirtió en una de mis películas favoritas, con Paco Rabal y Alfredo Landa (Milana, milana bonita).
Hoy para recordarlo un trocito de "Señora de rojo sobre fonde gris", un canto a su mujer, un amor de película o de novela pero que fue real como la vida misma:
Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaba los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos, era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabra, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad.
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