Para comprender la importancia de la sensibilidad hay que recordar que en distintos momentos de nuestra vida hemos buscado afecto, comprensión y cuidados, sin encontrar a ese alguien que muestre interés por nuestras necesidades y particulares circunstancias. ¿Qué podríamos hacer si viviéramos aislados? La sensibilidad nos permite descubrir en los demás a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda.
Ser sensible va más allá de un estado de ánimo, es permanecer alerta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor (no se puede estar al 100% pero se puede intentar con nuestro ritmo de vida actual). ¿Acaso ser sensible es signo de debilidad? No es blando el padre de familia que se preocupa por la educación y formación que reciben sus hijos o quien escucha, conforta y alienta a un amigo en los buenos y malos momentos. La sensibilidad es interés, preocupación, colaboración y entrega generosa hacia los demás. La indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad. Y parece que en este mundo rápido, veloz, aséptico... lo que prima es la indiferencia: yo vivo en mi parcelita y me da igual el mundo.
También es importante mostrar esa sensibilidad, esa preocupación, ese interés... de que sirve que un padre esté muy preocupado por sus hijos si ellos no lo saben, si no se lo hace ver. No es estar alardeando de esa sensibilidad pero tampoco es dejar ese sentimiento en el interior, despojarlo de su comunicación, dejarlo sordo y mudo. La comunicación tiene que ser bidireccional. No me sirve de nada que te interese mi próximo proyecto, si no me lo dices, porque entonces no lo sé. No te sirve de nada si quiero colaborar contigo, si no te lo digo, si no te llega mi propuesta.
Seguiremos reflexionando...(Parte leído aquí
http://www.proyectosalonhogar.com/Diversos_Temas/Sensibilidad.htm)
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