jueves, 14 de enero de 2010

¡Qué fácil parece!

(...)"Lo que buscaba en los demás era lo que no me daba a mí misma"

"A los 21 años estudiaba tercero de carrera, trabajaba ocho horas al día y era directora y monitora voluntaria en una organización social. Intentaba sacar las mejores notas, ser la mejor en el trabajo, la mejor en la familia, la mejor amiga y la mejor novia. Pero tener una agenda frenética y el deseo constante de intentar agradar a todo el mundo me llevó a pagar un precio muy alto: una mañana no pude levantarme de la cama. Fui víctima de un fuerte ataque de ansiedad. No tenía fuerzas ni ganas para vivir. Me quedé vacía.. Descubrí que todo lo que no encontraba en mí lo buscaba en el exterior, haciendo mil cosas para tapar mi vacío y creando todo tipo de dependencias con los demás. ¡Me había olvidado de mí misma! Gracias al apoyo incondicional de mi madre, de mi ex pareja y de unos pocos amigos, aprendí una gran lección: si mi autoestima la dejo en manos de los demás, de lo que no depende de mí, estoy perdida. Ahora intento escucharme para darme lo que necesito. Y cada día valoro más a las pocas personas con las que puedo establecer vínculos afectivos de verdad. ".


Para algunos, los amigos son aquellas pocas personas que verdaderamente nos comprenden y nos aceptan tal como somos. E incluso hay quien afirma que, al ser elegidos de forma voluntaria y consciente, constituyen una especie de segunda familia. Sin embargo, etiquetar a alguien como nuestro "amigo" también puede traer consigo diferentes conflictos. Al empezar a tener expectativas, en ocasiones podemos cosechar grandes decepciones y frustraciones, hasta el punto de poder convertirnos en "enemigos". No en vano, sólo llegamos a odiar aquello que hemos amado.

Pero, entonces, ¿qué podemos hacer para vivir en paz con los demás? La respuesta parece estar más a nuestro alcance de lo que pensamos: se encuentra dentro de nosotros mismos. Aunque nos cueste reconocerlo, "la única relación real y verdadera es la que mantenemos con nosotros mismos, pues nadie más puede conocer nuestras motivaciones más profundas".


Cada uno de nosotros somos la única causa de nuestro bienestar y de nuestro malestar. Así, los demás no nos dan ni nos quitan nada. Y nunca lo han hecho. Tan sólo son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta.

Extraído del artículo de El País Semanal "¿Qué necesito de los demás para ser feliz?" del 10 de Enero de 2010.

¿Y por qué es tan díficil? ¿por qué tenemos conflictos, choques, problemas? ¿por qué aunque te dices "no voy a caer" lo vuelves a hacer? ¿por qué no aprendemos? ¿por qué lo que te pasó a los 14 te vuelve a pasar a los 25 y a los 50? ¿por qué él que es así es siempre? ¿por qué sufrimos por cosas que no tienen solución ni importancia? ¿por qué no podemos depender sólo de nosotros? ¿por qué tienes que cambiar tu forma de ser para no sufrir? ¿por qué te creas esto tú solo? ¿por qué si te dices "no me va a importar", te importa? ¿por qué si decides pasar no pasas? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?

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