Lo primero de todo decir que soy una chica alta (mido 1,78-1,80, el aparato del médico no se pone de acuerdo) y que además crecí muy rápido, más que mis amigas, así que en la época en que todas las niñas empezaban a usar tacones (y a maquillarse, y a llevar minifaldas...) a mí me daba vergüenza, porque ya les sacaba una cabeza a mis amiguitas como para encima ponerme tacones imposibles sobre los que encima no sabía ni andar, así que planita o con tacón muy muy bajito para las ocasiones especiales: Nochevieja, la fiesta de primavera del instituto... No me apetecía nada más.
Después paré de crecer, me estabilicé y perdí esa tontuna que uno tiene en su adolescencia, ese pavo que te hace no querer destacar, ser de la marabunta, y decidí que por qué no iba a llevarlos. Mi madre me animaba un montón "como no te los pongas ahora, ya verás, que luego de mayor no vas a querer por tu comodidad o por el ritmo de vida" o "con lo bonito que hace un buen tacón, estiliza, luces más el vestido o falda" y así a fuerza de oírlo, por fin me atreví. Los primeros que me compré pero que fueron un desastre, fue unos negros con un tacón ancho de unos 10cms, con puntera y pulsera. Su historia fue breve, no sabía andar, me hacían un montón de daño, iba andando como un pingüino... y volví a lo mío, al tacón medio-bajo.
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Ese verano mi madre se compró unas sandalias rojas preciosas con un tacón de aguja de 8cms y fueron más mías que suyas. No puedo olvidar el primer día que me las puse. Fui a tomar algo con el consorte (entonces acabábamos de empezar a salir) y para volver a mi casa cogimos una calle empedrada del pueblo ¡creo que metí el tacón en cada paso que daba entre cada dos piedras de la calle de San Antón! fue una vuelta a casa complicada... pero me sentí por primera vez cómoda con unos zapatos de tacón, me sentí femenina y poderosa... aspiré por primera vez ese aroma especial que una desprende subida a sus tacones ¡preparaos tacones del mundo que aquí estoy yo!
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Tras un tiempo de ir haciéndome a ellos poco a poco en la Universidad, para ir a clase, para salir por ahí, en las fiestas universitarias, en Navidades... me hice del grupo de "no sin mis tacones" y "cada vez necesito más cms" (de tacón, of course). Vinieron las grandes ocasiones: graduaciones, confirmaciones, y las primeras bodas de amigos en las que mis tacones crecieron y crecieron hasta llegar a los 15cms (con plataforma) de unos peep toes negros de zara para la boda de un amigo de la universidad. Pensaba que no iba a poder andar con ellos y los tuve puestos sin rechistar desde las 12 de la mañana (la boda era de mañana) hasta las 2 de la madrugada que llegue a mi casa. ¿Dónde quedaba aquella pata mareada que no podía con los de 8cms? Pero es que además los tacones me acompañaban en mi día a día, para ir a clase o después para ir a trabajar, no me bajaba de los andamios.
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Y de repente, no sé qué me pasó y descubrí que no era necesario sufrir, que para mis largos paseos por la ciudad (yo el metro y el bus no los uso mucho), para ir corriendo a todas partes... el tacón me estorbaba. Cambie mi trabajo de oficina por un colegio y se hizo necesario volver al calzado plano o semiplano (ese tacón de adorno, que sólo sirve para no ir plana pero que no es un tacón-tacón). Mi armario está lleno de botas planas, botines idem y bailarinas (miles de millones campan a sus anchas, nunca tendré suficientes). Aunque la verdad es que no he abandonado los grandes taconazos para las grandes ocasiones: bodas, fiestas, un sábado de marcha... para esos días no me sirve un tacón medio, ni siquiera uno alto, tiene que ser uno gigante y que casualidad, no me hacen nada de daño y aguanto jornadas interminables, pero como me quiera poner un taconcito mono para el día a día, casi tengo que volver descalza. Así que he pasado de ser adicta a ser adicta sólo los fines de semana.
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¿Cuál es vuestra historia con los tacones? ¿sois de tacones forever and ever? ¿preferís intercambiar? ¿sois de zapato plano al poder?
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